proceso de inversa separación.

la contribuyente no quiere hablar demasiado, le cuesta hoy particularmente la expresión de cualquier clase, ya sea oral o escrita. cree que puede permanecer en silencio total y rotundo cuanto tiempo se le plazca, cree que serían cuentos demasiado largos de contar en un momento como este, algo que no es más que un desvelo creativo, mínimo en su propia constitución. desea obligarse a un verbo totalmente ausente, desea entregarse en cuerpo y alma a la detención total, a la suspensión. pone su mente en blanco. pero no se engaña, no. la luz del computador sigue titilando, y más que pisar el nirvana, su mente está llena de píxeles blancos. entonces comienza la lucha: ordenarse un verbo vacío y lograr sólo comunicados de prensa de su conciencia más banal. qué putada.
pensar, como tonta del río que se llevó las piedras, como rabiosa mucama enervada por la suciedad; una palabra de aliento (algo de aliento), que esta perra se nos va.
apretar power/rec/on.
repetir las últimas palabras que pronunció su madre antes de morir deseando un falo.
mirar a la perra, poner cara de pena, hacer como que intenta acercarse, hacer como que sus escrúpulos le impiden hacerlo.
restregar su ano contra el muro contiguo a la perra, aumentar la cara de dolor. afligirse, qué más podemos hacer ante las cámaras…
recordar los maestros locos de jean rouch.
decretar una mente en blanco; obtener una absorción profunda. el cuerpo de la perra no está muerto, pero parece “ido”. el desvelo se acaba en el sueño de una mujer hojeando una versión en cómic de la continuidad de los parques. con razón la contribuyente prefería abstenerse...