La inclinación del falo, su pendiente. Chupar lentamente la flor, como una mariposa. Segunda: introducir la cabeza en el ganglio superior. Hacer una erótica arcada. Gime. Abre tus piernas, estira el papel couché, que no tenga arruga ni mácula espesa. Abre tu cuerpo, usa al falo como barra de ejercicios, usa al falo como estertor, como si fuese una droga. Limpia la hoja, otra vez, respira, en este caso el falo es tu bastón.
No hay momento en el que no tengas esta rígida dependencia, lloras suplicando otra lluvia dorada, otra espumante botella directo al fondo de tu garganta, te deseas rellena de semen cremoso, te deseas con órganos de leche, o como una carcaza.
Si despertaras, te verías desnuda con un collar de fierro atado con cadenas al árbol del deseo.